Política

Estos días, a leer a Javier Cercas

Hace muchos años y muchos libros que Javier Cercas es uno de mis escritores favoritos. Uno de los mejores, diría yo.

En estos días he tenido la fortuna de leer su más reciente libro, una joya: El loco de Dios en el fin del mundo.

Cercas recibió una invitación para viajar a Mongolia y conocer y hablar con el papa Francisco, el argentino Jorge Mario Bergoglio.

A él convocaron a escribir esa historia, a Javier, quien arranca el libro así: “Soy ateo. Soy anticlerical. Soy un laicista militante, un racionalista contumaz, un impío riguroso”. Y quien confiesa ser escritor porque ha perdido la fe.

Como en todos sus libros, éste tiene varias capas, varias historias que se van cruzando, más allá de aquella que promete al principio y que va hilando en todas sus páginas, la del papa y, por tanto, el catolicismo de hoy.

Y en este caso tiene que ver la de Javier como lector y como escritor, lo que entiende que eso es y cómo es que la lectura de una novela de Miguel de Unamuno, San Manuel Bueno, mártir, le cambió la vida.

“El resultado fue un cataclismo. Hasta aquel momento yo había sido un lector alegre y confiado, además de un alumno ejemplar de los maristas: un chaval estupendo, católico, estudioso y amante de los deportes; pero me armé tal lío con la novela de Unamuno que casi de un día para otro dejé de ser católico y me entregué al alcohol, el tabaco y el desenfreno; no contento con ello, en los meses que siguieron leí todos los libros de don Miguel, lo que acabó de sumirme en una frenética etapa de confusión mental de la que todavía no he salido. Así fue como dejé de leer solo en busca de entretenimiento y empecé a leer en busca de conocimiento, o de una mezcla de entretenimiento y de conocimiento, de placer y utilidad; es decir: así fue como aprendí a leer. Y así fue también como entendí lo que quiso decir Cesare Pavese cuando escribió que la literatura es una defensa contra las ofensas de la vida, y así fue como empecé a soñar con ser escritor. Así fue, en definitiva, como la literatura se convirtió para mí en un sucedáneo de la religión y como me lancé a buscar en ella un relevo de la fe perdida, de las certezas y el sosiego que la religión procura. Sobra decir que esa búsqueda era un error, porque la literatura no proporciona ni sosiego ni certezas: lo que proporciona son nuevas preguntas, inquietudes nuevas, ninguna respuesta. Pero, cuando descubrí esa evidencia, ya era tarde y no había vuelta atrás.”

Leer a Javier siempre es un placer. En estos días, un poco más.


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Carlos Puig
  • Carlos Puig
  • carlos.puig@milenio.com
  • Periodista. Milenio TV, Milenio Diario y digital, de lunes a viernes. Escucho asicomosuena.mx todo el tiempo.
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